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Si hay algo que la industria del entretenimiento está dejando muy claro es que la barrera entre animación y live-action nunca ha sido tan sutil.

Un viaje al pasado


¿Te acuerdas de Space Jam? En su momento, ver al conejo Bugs Bunny interactuando con Michael Jordan fue simplemente espectacular — aunque, seamos sinceros, también parecía un poco… forzado. La integración de esos dos mundos era divertida, sí, pero estaba lejos de sentirse natural.

Avanzamos hasta 2025. Y ahora quien aparece como protagonista de esta evolución es él: Stitch, en el nuevo live-action de Disney. El nivel de realismo es impresionante. El personaje interactúa con humanos de una forma tan fluida, natural y convincente que casi olvidamos que, en realidad, es una animación.

Mucho más allá del cine

Y no creas que esto es algo exclusivo de Hollywood. En realidad, es una tendencia global. Cada vez más marcas, plataformas de streaming, productoras y creadores apuestan por experiencias que combinan personajes animados y personas reales, creando narrativas donde todo parece coexistir en un mismo universo, sin ruidos visuales.

La gran transformación está en el avance de las tecnologías, pero sobre todo en la forma en que se aplican. La integración entre 2D, 3D y live-action va mucho más allá del dominio de softwares. Se trata de comprender narrativa, luz, textura, actuación y dirección. Todo debe estar alineado para que la animación no parezca un cuerpo extraño en la escena, sino una extensión natural de la historia.

Lo que antes parecía un montaje, hoy se transforma en algo orgánicamente híbrido, donde el límite entre lo real y lo digital prácticamente desaparece.

¿Y ahora qué?
El hecho es este: el futuro del audiovisual es híbrido. Y quienes entiendan eso ahora, se posicionan con ventaja en el mercado — ya sea en el cine, la publicidad, los videojuegos o los contenidos para redes.

Y sí… esto es solo el comienzo.