Cuando alguien ve una animación terminada, todo parece sencillo: solo hay que darle play y disfrutar. Pero detrás de cada fotograma hay un proceso meticuloso, hecho de decisiones creativas, técnicas y estratégicas.
Hacer animación es arte, sí. Pero también es método.
Todo empieza con la escucha. No con el lápiz.
Antes de trazar cualquier línea, ocurre la etapa más importante: el briefing. Es cuando nos sumergimos en tu universo, entendemos el problema, el objetivo y quién es tu público. Según un estudio de Wyzowl, el 83 % de los profesionales del marketing dicen que el video ayuda a generar leads — pero eso solo ocurre cuando se piensa con claridad desde el inicio (fuente).
Del texto al visual: el camino de la idea a la pantalla
Con el briefing en mano, nace el guion: la columna vertebral de la narrativa. Define el ritmo, el lenguaje y la intención. Luego, el storyboard transforma el texto en bocetos de escenas: una guía visual que ya empieza a mostrar la lógica de los encuadres, las acciones y las transiciones.
La animación no es solo movimiento. Es intención.
Con todo aprobado, empieza la parte más técnica: animación, edición, música, locución y efectos de sonido. Aquí, cada segundo importa — y no solo por lo visual. Una buena animación guía la mirada, valora las pausas y dirige la atención. Y la atención, hoy, es un recurso escaso.
¿El plazo ideal? Depende del tipo de entrega.
Una animación liviana, como una imagen en loop, puede estar lista en dos semanas. En cambio, los videos con guion, locución y storytelling estratégico tardan en promedio 40 días. Porque captar buena atención exige planificación, ritmo y propósito.
En MegaX, no solo creamos imágenes. Creamos atención.
Y lo hacemos con inteligencia creativa, estrategia visual y procesos que garantizan calidad sin inflar el presupuesto.
Hablá con nosotros y empezá a contar tu historia en movimiento.